Aquí encontraréis todas las historias, antiguas o recientes, que considere que están terminadas. Eso es prácticamente imposible para un escritor, sobre todo cuando es tan perfeccionista como yo, pero bueno, alguna que otra habrá.
El guerrero y la muerte.
"¿Qué has hecho?"
El guerrero se hallaba
arrodillado sobre la arena, falto de fuerza y la cabeza inclinada, como
esperando el último golpe. Su rival respiraba entrecortadamente, doblado por el
cansancio, sintiendo la tibia sangre deslizándose por su antebrazo, pero sin
perder un detalle de la mano de su compañero, aún crispada alrededor de la
empuñadura de su espada, aparentemente inerte… Pero lo conocía bien y sabía que
no se podía fiar. Habían luchado juntos en incontables batallas, y le había
visto levantarse cuando todo parecía perdido, como un fénix resurgiendo de sus
cenizas y llevándoles a la victoria.
Él
era el más joven.
Su corta experiencia había sido bien suplida por su arrojo y valentía, y
cuando
esto había fallado el más maduro había acudido a su ayuda y le había
dado
incontables consejos que poco a poco le habían convertido en lo que era.
Sin
embargo, le había pasado inadvertido que mientras él crecía, el corazón
de su
mentor se había ido tornando oscuro. Nunca había imaginado que llegarían
a tal
extremo. El cambio había sido gradual, hasta los últimos días, cuando ya
todos podían ver que algo había cambiado y era irrecuperable. Como la
carcoma que va pudriendo la madera desde el interior, hasta que un día
el roble
se desploma incapaz de sostenerse. La espada le pesaba una tonelada en
la mano
y las risas de sus compañeros se habían tornado en apesadumbrado
silencio
mientras rodeaba al guerrero, con una fea herida en el hombro que sin
embargo
no era mortal. Él se había cuidado de que no lo fuera, porque a pesar de
todo,
aún le apreciaba. Casi como a un padre.
Ya estaba bien. Ya
habían tenido suficiente después de tanta sangre, tantas malas palabras y una
estúpida rivalidad que nunca antes había existido entre ellos. Se lo habría
esperado de cualquiera… menos de él. Y ahora estaba dispuesto a tenderle una
mano… Pero sintió un frío terror creciendo en su interior, porque sabía que su
compañero no aceptaba bien la compasión, era demasiado orgulloso. Para él eso
significaba aceptar que había sido derrotado, que el puesto que tan bien había
defendido a lo largo de los años ya no era suyo. Significaba ser humillado
delante de todos. Le conocía muy bien… y aún así esperaba que su gesto
tendría buena acogida. Estaba tan cansado como él. No quería seguir luchando.
Lo único que quería era volver a estrechar su mano tal y como habían hecho
muchas veces en el pasado, después de celebrar la victoria en una cochambrosa taberna.
Se detuvo ante él y buscó
sus ojos, perdidos en algún lugar, como si ya no hubiera nada tras ellos.
"Mátame", casi le oyó
decir. Pero solo había sido el sonido del viento en sus oídos.
Su movimiento le cogió
desprevenido. La afilada daga, empuñada con rabia, brilló en la grisácea luz
del anochecer y amenazó con atravesarle el corazón. Su instinto de guerrero le
traicionó. No quería hacerlo. No quería matar a un amigo. Su deseo siempre
había sido morir junto a él. Pero actuó de manera refleja, fruto de años de
entrenamiento… para defender su vida. Olvidó que aquel hombre jamás había sido
un verdadero enemigo.
Y su cabeza rodó hasta
los pies de los compañeros que observaban en silencio.
Después, fue él el que
cayó de rodillas.
Al calor de la
hoguera, muchos años después, aún recordaría aquella escena con todo detalle, como si hubiese
quedado grabada en su retina. Nunca encontró una excusa lo suficientemente
buena. Pero de algún modo supo que él no había asesinado a su amigo. Él le
había pedido a gritos, pero sin pronunciar una palabra, que le matara. Era
demasiado orgulloso para pedírselo a nadie, excepto a él… alguien que sabía
nunca le fallaría. Y él no le falló.
No más. Puede que mañana no esté aquí. Me gustaría
mantenerte a salvo, llevarte lejos, darte todo lo que necesitas. Espero que al
menos tu madre sobreviva y pueda criarte y hacer un hombre de ti… no para que lamentes
tu suerte o busques venganza, sino para que recuerdes este día y te sientas
orgulloso de la resistencia que tus compatriotas opondrán a la tiranía y al
abuso de poder de nuestros gobernantes. Esto no es lo que quería para ti, pero
es lo único que puedo ofrecerte, lo único que puedo hacer para que tengas un
futuro, si no brillante, al menos con un mínimo de dignidad. Y si no puedes
tener eso, prefiero verte morir a mi lado o que huyas en el próximo barco, y
que no vuelvas a poner el pie en un país que debería protegernos en lugar de
aniquilarnos.
Recuerda este día.
Oigo el retumbar de los tambores en la distancia. Ya están aquí. Nuestras hachas, nuestras azadas, los picos y las palas… no son nada frente a sus cañones y sus bayonetas. Los nuestros nos esperan y ya no nos queda tiempo. El rojo y el azul se dejan entrever entre el verde de los árboles, cruces blancas una al lado de la otra descienden desde la montaña, mientras nosotros nos apresuramos a asegurar puertas y ventanas, y empaquetamos nuestras escasas pertenencias envueltos en un silencio espeso, tétrico, sin saber si veremos la luz del nuevo día.
Antes
de que nos marchemos, quiero decirte algo, hijo: la sangre
va a correr. He sido incapaz de detener la avalancha, pero dudo que
hubiese
forma humana de hacerlo. La rabia y la furia contenidas ya son
imparables, ya han caído cabezas, incluso aquéllas de los que creíamos
se pondrían de nuestra parte. La avaricia y la injusticia no deberían
tener cabida
en este mundo, pero una y otra vez nos hemos de enfrentar a ella, una y
otra
vez tienen que pagar justos por pecadores… la muerte se lleva a los
inocentes
mientras que los culpables continúan libres y cada vez más enriquecidos.
Y si consigues ver un nuevo amanecer, nunca olvides este
día. El día en que luchamos por nuestros derechos, por nuestra tierra, por
nuestra vida.
No odies. No llores. No sufras. No permitas que se lleven
nada más. Jamás permitas que te pisoteen. Tú no les perteneces.
Por mí, solo quiero que hagas una cosa: recuerda.
Me gan gustado todos, sobre todo "Un sueño", porque es el que tiene más cosas en común conmigo. ¡Miserable egocentrismo el mío!
ResponderEliminarPues será que soy el más raro de tus lectores :-D X_X
ResponderEliminarGeniales las historias, aún habiéndolas descubierto por casualidad. ¿Mis favoritas? "El guerrero y la muerte" y "Más allá del horror". Mi consejo, de escritor a escritor...sigue así ;). Un saludo.
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