viernes, 5 de febrero de 2016

Releyendo... La Operación Fantasma.

No sé si queda muy bien decir que disfruto leyendo mis propios libros... pero es una realidad. Le iba a regalar un ejemplar a mi padre y hacía años que lo tenía olvidado, así que me puse a leerlo. Aparte de servirme para localizar algunas erratas (que parece que se reproducen cuando no estás mirando) y corregirlas, también me ha servido para darme cuenta de que... ¡coño, no escribo nada mal! No es que no lo sepa ya a estas alturas, pero siempre está bien sentarte como si fueras un lector más, olvidar quién es el autor, y sumergirte en la aventura para ver si de verdad es un libro con gancho... y vaya si lo es.

A veces me sorprendo de mí misma, más cuando recuerdo que lo empecé a escribir con trece añitos... ni más ni menos.

Un largo tiempo después, no voy a decir cuánto, estoy escribiendo una segunda parte... de hecho, llevo años escribiéndola. Esta era otra razón para volver a leerme el libro, a ver si me inspiraba para seguir con la historia. Y sí, tengo que continuarla... otra cosa es que acabe muriéndome y aún esté inacabada.



Además de ser una space opera en toda regla, llena de aventuras sin más pretensión que pasar un rato divertido, tiene un trasfondo emocional que a mí personalmente siempre me deja hecha polvo... porque sé de dónde provienen todas esas emociones. Como escritora, me siento orgullosa porque sé que si tantos años después sigue afectándome, es porque de verdad dejé un pedazo de mí en esas letras. Y por tanto, en teoría, es más probable que consiga emocionar a otro lector que no sea yo misma. La fuerza está ahí. La Fuerza también :-), puesto que crecí con Star Wars y la influencia es innegable, aunque "mi mundo" es mucho menos fantástico, es más cercano a esta galaxia y a este tiempo... de hecho, podría ser mi propio futuro. Que... quién sabe, si es verdad que tenemos un yo del futuro que influye en nosotros en el momento presente, ¿tal vez estoy escribiendo sobre ese futuro?

Bueno, en todo caso, para que sepáis de qué estoy hablando, os voy a dejar con un corto fragmento, aunque es difícil elegir. Como ya he puesto uno en mi blog de autora, aquí voy a poner un fragmento distinto. Y ya sabéis, si os apetece leerlo entero, en esta página tenéis más información. ​

"Al llegar pudo por fin respirar con tranquilidad. Puso una de las pistolas-láser a buen recaudo, bien oculta pero a mano por si la necesitaba o debía ordenarme que la utilizara yo. De la otra no se separó. Tarde o temprano descubrirían lo que había hecho, y ese era su único seguro de vida. Después se sentó frotándose la herida, aún le producía dolor si la tenía que someter a un cierto esfuerzo, y reparó en mí, acurrucada en el camastro sin ninguna expresión en mis ojos, totalmente desconectada, involuntariamente, de la realidad. Se preguntó qué me había hecho seguirle hasta allí, cuando estaba claro que nunca debía haber vuelto a ponerme al alcance de Zarovnik. Por alguna razón, él también estaba obsesionado conmigo, hasta el punto de hacerle cometer errores fatales. No hacía mucho que yo había pasado por algo terrible que no había terminado de supe­rar… también Steve lo había insinuado, aunque no quiso entrar en detalle. ¿Cómo era de grave? Parecía haber mucho más de lo que parecía a primera vista, pero yo no quería hablar. Ian pensaba que había sido un poco egoísta al querer involucrarme en algo que ha­bía provocado él mismo. Nunca me habría pedido ayuda directamente, pero deseaba recuperar a Kyle a toda costa, y yo, sin duda alguna, podía ayudarle. Ahora no estaba seguro de haber hecho lo correcto. Pensaba que lo mismo que me hacía fuerte, me hacía vulnerable. Tal vez debía haberme escuchado mejor y partir en solitario. Ahora no solo Kyle estaba en grave peligro. Yo también estaba en el filo de la navaja.
Las horas siguientes transcurrieron exasperantemente lentas. Volvieron a por mí dos veces más. Ian se moría por averiguar en qué celda se encontraba Kyle, para que cuando llegaran los refuerzos pudieran escapar rápidamente, pero para ello tenía que fijar el descodificador en la puerta de cada una de ellas y esperar a que alguien la abriera, y luego recoger el aparato y efectuar la lectura. Escogió varias al azar, pero no tuvo éxito en todas, y las combinaciones que pudo averiguar no le sirvieron de nada, pues Kyle no se hallaba en ellas. Apenas se atrevía a cerrar los ojos, pues en cualquier momento podían irrumpir en la celda y acusarle de haber robado armas y haber destruido a un androide. Cualquier mínimo ruido le hacía sobresaltarse.
Al tercer día la puerta se abrió y apareció un hombre alto con perilla. Ian lo reconoció, y supo al instante a qué venía. Karl entró pisando con fuerza y no parecía que tuviese ganas de hacer amigos. Ian solo tuvo tiempo de levantarse y echarme un rápido vistazo antes de que las fuertes manos de Karl le cogieran del cuello y le empujaran contra la pared con gran violencia. Ian se golpeó el hombro y cayó sobre una de sus rodillas. Desde abajo, vio cómo Karl se aproximaba con actitud amenazante.
―Fuiste tú, ¿verdad?
Ian se incorporó con lentitud, contento de haber colocado su arma en la parte de atrás del cinturón. Le miró fingiendo extrañeza.
―Sí… ―repitió aquel hombre― tú, tú has destruido a uno de nuestros androides. No sé cómo lo hiciste, pero saliste de la celda, llegaste a la sala de control y disparaste al androide.
―¿Yo? ¿Cómo iba a hacerlo? ¡Es imposible salir de aquí!
―¿Y quién si no?
―Tal vez algo ha ido mal con alguno de los prisioneros…
―No me tomes el pelo. Tú eres el único en toda la base que permanece lo suficientemente consciente como para poder pensar por sí mismo. Supe que era un peligro tenerte aquí en estas condiciones, pero no voy a permitir que salgas de aquí y lleves a tus superiores toda la información que has conseguido…
Con un gesto rápido sacó su arma y apuntó a Ian. Este miró fijamente el frío y oscuro cañón de la pistola que a solo un paso de él amenazaba con acabar con su vida.
―No te atreverás a disparar… ―dijo―. No a sangre fría.
―¿No? ¡No lo dudes! ―respondió Karl, con una irónica sonrisa en sus labios―. ¡Muévete!
―¿Y ella? ―dijo Ian refiriéndose a mí―. Si le digo que te mate te matará.
―Y si yo le digo que no lo haga, no lo hará. ¡Muévete!"

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...