miércoles, 14 de mayo de 2014

El Ángel de la Muerte (14).

[En capítulos anteriores... El Ángel de la Muerte (13).]

Tot no podía apartar la mirada de los dedos de Gehirn golpeteando de manera rítmica sobre la mesa de su despacho, mientras los dos esperaban impacientemente a que llegara Leuche. Se esforzaba por no pensar... porque sabía que cualquier pensamiento indebido llegaría al cerebro... o mejor dicho, a la mente... o a lo que fuera que tuviera en la parte de la cabeza, su jefa.
Sí, su jefa... No, en realidad el jefe era Kette. Gehirn era la “súper-jefa”. Si les había llamado tan pronto por la mañana, era porque algo iba mal... muy mal. Gehirn solía tener un rostro impenetrable, que casi nunca dejaba traslucir sus emociones. Pero aquel día estaba más cenizo que de costumbre, y además no dejaba de tamborilear con sus dedos en la mesa de cristal. Si hubieran existido cigarrillos en aquel aburrido e insulso mundo espiritual, seguro que habría encendido uno.
Solo en una ocasión se habían cruzado sus miradas. Tot no pudo sostenerla más de un segundo... raro en él, que disfrutaba desafiando a la gente, cuando no acababan a mamporros en medio de un callejón oscuro. Su pierna derecha comenzó a moverse abajo y arriba sin control. Él también se estaba empezando a poner nervioso. “Cuando vea a ese maldito Leuche le voy a estrangular con mis pro...”
 ―¿Seguro que le habrá llegado la citación? ­―preguntó Gehirn.
―¡Claro! ­―se apresuró a contestar Tot, evocando en su memoria el post-it que le había dejado garrapateado y adherido con sumo cuidado al teléfono negro de la oficina que compartían... esta vez incluso se había molestado en escribírselo con un bolígrafo Bic... claro, que tal vez ése era el problema, porque su letra no la entendía ni su padre. Le había pasado en más de una vida...­ ―Debe ser que aún no se aclara con esto del tiempo, y mira que se lo he explicado veces... ―añadió con tono inocente.
No consiguió engañar a Gehirn. La súper-jefa era lista. Muy, muy lista...

De pronto vieron cómo una nube de humo se empezaba a materializar en la silla que estaba a la izquierda de Tot y poco a poco tomaba la forma de un jefe indio con un tocado de plumas espectacular en la cabeza. Profundas arrugas surcaban su rostro ya anciano, y empuñaba un tomahawk en su mano derecha. Parecía un poco confuso... Porque sabían que era Leuche, si no tal vez le habrían disparado con la Luger que a Tot aún le gustaba contemplar desde su cama, los días que sentía nostalgia por una de sus vidas pasadas.
Gehirn frunció el ceño. Tot sacudió la cabeza y dio un puñetazo con su brazo izquierdo a la figura del indio confuso. La figura vibró y por unos segundos solo fue una neblina de luz amorfa. Rápidamente adoptó la apariencia favorita de Leuche (la del caballero de época victoriana con sombrero de copa y melena), parpadeó varias veces y pareció darse cuenta de dónde estaba.
―Perdón por el retraso... ―trató de excusarse. Después se tapó la boca con una mano y susurró a Tot: ­―Pero ¿no decías que solo tenía que pensar “Los magos nunca llegan tarde, llegan exactamente cuando se lo proponen”?
Tot disimuló una sonrisa y dijo:
―¡Cállate! ¿No ves que la súper-jefa nos va a meter un paquete? Porque es por eso por lo que hemos venido, ¿no es así? ―al decir estas palabras miró a Gehirn. Siempre era así de directo.
Al menos Gehirn había dejado de dar golpecitos con sus dedos. Pero el color cenizo de su rostro seguía allí... y eso era bastante preocupante.
Cogió una hoja de papel que tenía sobre la mesa. Todos sabían que era el informe de los de Asuntos Internos. También llamados “Vigilantes Invisibles”. Siempre sabían lo que habías hecho... en cualquier lugar, ya fuera en el plano físico, en cualquiera de los tropecientos subplanos que había en el astral, o en las infinitas dimensiones del mundo espiritual. Para ellos, la palabra “privacidad” no existía. En resumen: eran unos tocahu...
―Veamos... ­―dijo Gehirn, al tiempo que se ajustaba sus pequeños anteojos sobre el puente de la nariz―. Mala aplicación del protocolo. Uso indebido del martillo de Thor... quiero decir, del martillo anti-pánico. Numerosos desperfectos en el vehículo de empresa... incluyendo la presencia de una masa negruzca que no ha podido ser debidamente identificada. Escuchar música en horas de trabajo... vale, eso lo puedo pasar por alto... ¡Pero causar un trauma adicional a un recién fallecido es simplemente IN-TO-LE-RA-BLE! ¡Y además era un suicida! ¡Sabéis que los suicidas necesitan un trato exquisito! ¿En qué estabais pensando?
El silencio era sepulcral.
―¿Alguno de los dos va a decir algo?
―¡Yo solo seguía órdenes de Tot! ―exclamó Leuche.
―¿Que tú qué...? Ven aquí que te meto...
Tot hizo un amago de coger por el cuello a Leuche y lanzarle un gancho, pero Gehirn fue más rápida y se interpuso entre los dos atravesando directamente la mesa que la separaba de los dos Ángeles de la Muerte. Y además les drenó su energía momentáneamente para inmovilizarlos. Después los observó un buen rato. Leuche vio que una de sus venas del cuello estaba a punto de estallar. Pero no lo hizo...
―Joder, Tot, me has decepcionado... Y tú, Leuche, realmente creíamos que podíamos contar contigo para este trabajo, pero tal vez nos equivocamos.
Leuche se esforzó por decir algo, pero aún se hallaba inmovilizado.
―No me dejáis otra alternativa...
Gehirn miró con tristeza a uno y a otro. Luego alargó la mano y arrancó la pegatina brillante del uniforme de Tot. Luego fue a hacer lo mismo con Leuche, pero se dio cuenta de que él no se había puesto el suyo, para variar...
―Acuérdate de entregar tu distintivo antes de la hora de la comida.
―¡Esto es completamente injusto! ―Leuche se levantó y dio un fuerte golpe en la mesa con el puño―. ¡Nuestro trabajo ya es suficientemente duro como para tener que aguantar este abuso de autoridad solo por un fallo sin importancia! ¡Yo solo soy un novato! Y Tot... Tot... Tot, ¡di algo!
El efecto paralizante ya había pasado, pero Tot aún no podía hablar. Aún contemplaba con lágrimas en los ojos la pegatina del ángel negro con alas... y aún no podía creer que Gehirn le estuviera suspendiendo de empleo y sueldo.
―No me mires así, Tot ―dijo Gehirn, con voz dura­―. Sabes que la calidad de tu trabajo ha empeorado mucho últimamente... y te lo hemos advertido ya varias veces. Esto no es el final... Pero creemos que tenéis que tomaros un tiempo y reflexionar si es esto lo que realmente queréis hacer. Para que lo averigüéis, os vamos a cambiar de destino por un tiempo. Vais a abandonar el Departamento de Ángeles de la Muerte, y os vais a incorporar al de Avatares y Apariciones Virginales.

Leuche se sintió confuso... otra vez. Miró a Tot en busca de una explicación. Tot parecía hundirse más y más en su asiento...
―¿Eso qué es, Tot?
Tot le miró de mal humor. Pero no contestó. En su lugar, miró desafiante a Gehirn.
―Es una broma, ¿no? ―dijo.
Leuche le imitó, algo esperanzado.
―Eso es... esto es una broma, ¿no?
Gehirn les miró a los dos, de nuevo con tristeza.
―Yo no estoy preparado para eso ­―dijo Tot.
―¿No? Es bastante más sencillo que ser Ángel de la Muerte... con unas pocas vidas en un planeta primitivo ya eres un experto en la creación de mitos, en la adoración de la naturaleza y demás deidades que surcan el cielo, en el surgimiento de figuras que pretenden ser adorados por todos para así tener el poder sobre ellos, en la escritura de mandamientos que todos tienen que cumplir, en el control del pueblo mediante el miedo, en los martillos de brujas, en ser perseguido por hereje, en ser quemado en la hoguera, en la planificación de asesinatos de papas, en el Cielo y el Infierno... ¿no has vivido ya todo eso, Tot?
Tot desvió su mirada, incómodo... Farfulló un “sí” casi inaudible. Leuche le miraba a su vez con los ojos muy abiertos.
―¿Y tú, Leuche? ¿No lo has vivido también?
Leuche sintió un escalofrío al sentir el escrutinio de Gehirn en el fondo de su alma. Y volvió a rebelarse.
―¡No quiero ser parte de ese engranaje... nunca más!
―Vuestra falta de seriedad os ha arrebatado la libertad de elegir. No tengo más que decir. Mañana presentaros en el departamento correspondiente... y sed puntuales. Y antes que preguntéis... sí, seguís siendo compañeros. Responderéis los dos de las faltas del otro. ¿Entendido?
Aquella noche, mientras Leuche intentaba conciliar el sueño, vio una Luger flotar en el medio de su habitación. Fue avanzando lentamente, como un Zeppelin surcando el cielo, hasta situarse justo enfrente de él, a la altura de la cabeza. Entonces se aproximó a sus ojos y sintió cómo el cañón le rozaba la frente... y después presionaba con un poco de fuerza. De pronto oyó un disparo... y vio caer un retal de tela con la palabra “Bang!” escrita en rojo sangre sobre él. Supo al instante que era un mensaje "subliminal" de Tot. Supo al instante que Tot bromeaba. Seguro que estaba bromeando...
¿No era así?

jueves, 8 de mayo de 2014

Ocean Cloud.

Hacía mucho que no escuchaba esta canción de Marillion, de su álbum “Marbles” (2004), y el otro día, cuando empezó a sonar en el coche, pensé que tenía que dedicarle una entrada en mi blog. ¿Por qué? Bueno, por varias razones. Una de las más importantes es porque parte de mi alma es un alma de marino, de alguien que sabe muy bien lo que es cruzar el Océano Atlántico varias veces, en condiciones no tan seguras como las de hoy en día... Otra de las razones es porque esa canción me impresionó muchísimo cuando la escuché por primera vez. El cantante, Steve Hogarth, nos deleitaba con un registro al que no nos tenía acostumbrados, y oírle gritar con tal fuerza en la parte de la tormenta “Watch me. Watch me. God above!” me ponía la carne de gallina. Por otra parte... ha habido épocas en mi vida en la que me he sentido muy identificada con los sentimientos que transmite en la canción.

“Ocean Cloud” está inspirada en la historia real de otro hombre que despierta en mí una gran admiración: Don Allum. Fue el primer marino que consiguió cruzar el Atlántico de un lado a otro en solitario, sin navegación por satélite, sin ningún sistema de comunicación, ni siquiera bote salvavidas. En uno de sus viajes tuvo que pasar los últimos quince días sin aprovisionamiento de agua, lo que le produjo alteraciones renales fatales, y esto finalmente le llevó a perder la vida a causa de un fallo cardíaco. En sus últimos días, ya sospechando que le quedaba poco para morir, se negó a recibir tratamiento, porque consideraba que había hecho todo lo que quería hacer. Murió poco después con 44 años.

No sé hasta qué punto la interpretación de Hogarth en sus letras refleja los verdaderos pensamientos de este magnífico y valiente hombre que se embarcó en tamaña aventura. Pero a mí me inspira en gran parte lo que le inspiró a Hogarth: un irresistible deseo de separarte del mundo, de estar solo, de no querer saber nada de la humanidad y dedicarte a medirte única y exclusivamente con una naturaleza cuya fuerza sabes que es invencible y que va a poder contigo tarde o temprano. En definitiva, veo cierto instinto suicida en esos viajes en solitario, una cierta forma romántica de poner fin a tu vida, luchando hasta el final, pero sabiendo que tienes la batalla perdida. También veo mucha valentía (que algunos llamarían llana estupidez) por tener muy claro lo que quieres hacer y hacerlo sin importarte lo más mínimo lo que los demás piensen. Una actitud algo egoísta, quizá, pero que para mí solo es reflejo de la libertad de elección que todos deberíamos tener en la vida.

Muchas veces he llegado a sentir ese hastío que para mí representan las palabras “I’ve seen too much of life”, y la resignación a tener que seguir viviendo en un mundo que no entiendes y del que no puedes escapar. Un mundo en el que nadie escucha y al que no le importa cómo te sientes... y la profunda necesidad de liberar esas emociones te lleva a querer extenuar tu cuerpo y a sentir cómo sangran esas heridas que llevas en el alma y que nadie puede ver...

“I don’t wanna remember... when I was alive”. Está diciendo que ya está muerto. Y sin embargo, pienso que ese hombre, luchando en medio de esa tormenta, en una insignificante embarcación a merced del majestuoso y poderoso mar, está más vivo que muchos de los que caminan por los pasillos del metro día tras otro como zombificados por una sociedad que les hace creer que llevan una vida plena.

Sencillamente impresionante.



OCEAN CLOUD

He's seen too much of life
And there's no going back
The loneliness calls him
And the edge which must be sharpened
He's losing it. And he knows.
But there's a fighter in his mind and his body's tough
The years have been unkind but kind enough

The smell of the earth
It's his favourite smell
But he's somehow compelled to the stinging salt hell
To the place where he hurts and he's scared
And there's no one to tell
And no one who doesn't listen

"You can take all the boys and the girls in the world
And I'll trade them this morning for my sweet Ocean Cloud
I've seen too much of life
So the sea is my wife and a sweet Ocean Cloud is a mistress I'm allowed
for now."

"You can take all the boys and the girls in the world
I wouldn't trade them this morning for my sweet Ocean Cloud
I've seen too much of life
So the sea is my wife and a sweet ocean cloud is a mistress I'm allowed
for now."

"Only me and the sea
We will do as we please."

He remembers the day he was marched to the front
By the physical knuckle head teacher of games
“Look lads” he declared, "This boy's a cream puff
No guts and no muscles
No spine and no stuffing"
The whole schoolroom sniggered
And silently thanked God it wasn't them..

But time is revenge. All the bullies grow weak
And must live with faithless women who despise them
I'll be in Barbados in a couple of weeks
With a rum on the table and yarns by the yard
A story to tell and a story to save
...unless she changes her mind
I'll trade them this morning for my sweet Ocean Cloud
I've seen to much of life so the sea is my wife
And the sweet ocean clouds will look down on my boat tonight

The wind changed
I felt it run beneath my ear
Like silk drawn across my neck
A dream of your legs
Defying gravity in love

The medium wave
Brought signals here from far away
Your tender voice riding on the sea spray
Something in the air
For those who know the signs
Something in the air
A storm...

When I was alive
When I was alive
Don't wanna remember
When I was alive

Watch me watch me
Paint this picture
Stretchin Hurtin Cursin
Watch me
Takin it Takin it Takin it Takin it....
Watch me. Watch me. God above..

Between two planets
In between the points of light
Between two distant shorelines
Here am I

Between two planets
In the black daylight of space
Between two heavenly bodies
The invisible man.
Ripping out the radio
I want to be alone

"You can take all the boys and the girls in the world
I wouldn't trade them this morning for my sweet Ocean Cloud
I've seen too much of life
So the sea is my wife and a sweet Ocean Cloud is a mistress I'm allowed
I've seen too much of life
So the sea is my wife
And the sweet ocean clouds will look down on my bones tonight. 



Entradas relacionadas: 

miércoles, 7 de mayo de 2014

Locked out: Hoy hice lo más loco de mi vida.

Hoy traigo un poco de humor al blog, que últimamente estaba demasiado seria y abatida por problemas personales y diversas comidas de coco.

Me pasó esta tarde esto que voy a contar y lo escribí en inglés para un foro en el que participo... me quedó tan gracioso que he decidido escribir la versión en español. No me hago responsable del resultado, yo lo advierto...

Por cierto, “locked out” es la expresión inglesa para decir que te has quedado fuera de casa sin llaves y no puedes entrar. Sí... por lo general prefiero el español para expresarme, sobre todo para mi trabajo literario, pero hay palabras que son mucho más específicas en inglés. Empiezo...

“Dos días atrás mi madre me dijo por teléfono que tenía que regar una planta concreta del porche del chalet en el que vivimos. De pronto me acordé y pensé que era hora de hacerlo, no fuera que la dichosa planta fuera a morirse por mi culpa (siendo vegetariana eso me traería un gran remordimiento de conciencia). Así que, justo después de meter mi estupendo bizcocho de naranja y chocolate en el horno, cogí la regadera, la llené de agua, y me dispuse a salir al porche. Tenemos dos puertas: la gorda blindada y la de fuera que es de color blanco con cristales cuadrados que normalmente no cerramos con llave. Al salir, mi gata se vino detrás de mí y quería escabullirse fuera, así que la dejé porque en esa zona no hay peligro, hay un largo pasillo hasta la puerta metálica de entrada, y de todas formas no se va muy lejos porque es una miedica. Regué la planta y después me fui al jardín trasero a regar más plantas. Como todavía me quedaba algo de agua, decidí vaciarla en la misma planta del porche, y ya de paso darle a un toque a la gata para que se metiera en casa. Noté que hacía algo de viento y podía haber corriente, así que cerré la puerta blanca. O eso creí. Por alguna extraña razón (nunca la he visto así), mi gata estaba paralizada en la mitad del pasillo, asustada por los ladridos del perro del vecino. Así que acabé de regar la planta y me dispuse a ir a por ella. Justo en ese momento oí un ruido a mi espalda y al volverme vi que la puerta se había abierto (sí, sucede a veces, pero yo pensé que la había cerrado con la fuerza suficiente). Sin tiempo ni para pestañear, la otra puerta (la gorda) hizo “¡BUM!” y se cerró también.


En ese momento, palidecí... o al menos sentí toda la sangre de mi cuerpo irse a los pies... o más lejos. Durante unos eternos minutos estuve pensando en qué hacer a continuación. Tal vez pueda abrir la puerta del garaje... mala suerte, el mando del garaje que tengo en el coche (aparcado en la calle) es el antiguo, y de todas formas no tengo las llaves del coche. Intenté hacerlo manualmente de todos modos, pensando que por alguna especie de milagro podría abrirla, pero lamentablemente no se me concedió la fuerza de Ironman. Miré en mis bolsillos, “¿Seguro que no has cogido las llaves (como he hecho otras veces)?” Mala suerte... Quizá pueda hacer un viaje astral, atravesar la pared y abrir la puerta del otro lado... ah, no, que desde el astral no puedo tocar las cosas, o al menos no aún, con toda la energía que hay que reunir para hacer eso (vale, esto no lo pensé en su momento, es el producto de mi imaginación según escribo esto).

Así que... casi enjugándome las lágrimas y aceptando tal infortunio, tuve que recurrir a la única alternativa que me quedaba: pedir ayuda a mi vecina. Sí, esa vecina que todos tenemos y simplemente odiamos sin una razón especial, más que por tener a alguien a quien ni siquiera conocemos para criticar... ahora va a tener ella una razón para reírse de mí durante años, ¡maldita sea! Una rubia de bote cuya edad ronda los 60... largos, (aunque las arrugas en su cara bien podrían ser la prueba de que es mucho más vieja) se asoma a la ventana, preguntándose quién llama al interfono, mientras su perro sigue ladrando. Le digo por gestos que baje porque tengo un problema. Temo que mi nerviosa gata se escape, esta vez a la calle, pero por fortuna continúa paralizada, así que cierro la puerta metálica de entrada también, después de contarle mi problema a la vecina y decirle que tal vez pueda encontrar la forma de saltar desde el jardín.  

Esto es posible porque tenemos un jardín trasero comunal, y más puertas metálicas en la parte de atrás. Alrededor de mi jardín trasero hay una valla metálica que mis padres limpiaron de enredaderas hace tiempo. Mientras mi vecina va a por una escalera de mano contemplo el enrejado de alambre y pienso “Bueno, he visto a Scully escalar vallas similares, no veo por qué yo no podría hacer lo mismo, zapatillas de estar por casa incluidas...” Analizando la situación, decido que la mejor parte para intentarlo es por la puerta metálica verde, porque por la parte de dentro tiene como unas cornisas donde puedo apoyar el pie. Mi vecina pone la escalera justo al lado de la puerta, yo subo al punto más alto y vuelvo a mirar hacia arriba: “Dios, sigue estando demasiado alto”.


―¿Qué, cómo lo ves? ―pregunta mi vecina. Como otros aventureros que se hayan quedado encerrados dentro o fuera de casa saben, en esos momentos toda tu vida pasa por delante de tus ojos. “¿Qué otra opción me queda?”, pienso. La perspectiva de llamar a un cerrajero que sonreirá y mirará con lascivia mis piernas (llevo puesto unos pantalones cortos, calcetines y zapatillas, y ya está resultando bastante difícil esconder mi vergüenza ante la rubia) es realmente aterradora... los bomberos viniendo porque mi estúpido bizcocho empieza a arder es aún más aterrador (ahora que pienso con calma sobre esto, mi padre me dijo que el nuevo horno se apagaba automáticamente cuando pasaba el tiempo programado, así que quizá era poco probable que eso pasara... pero claro, ponte a pensar con frialdad cuando sabes que tienes papeletas para que las cosas vayan aún peor)... y mi gata siendo engullida por el perro de mi vecina... ¡eso nunca me lo podría perdonar!

Me decidí en unos dos segundos. Temiendo que me iba a matar o que al menos me rompería una pierna, obligué a mi pierna derecha a levantarse y la coloqué sobre la valla, ante la perpleja mirada de mi vecina. Después conseguí elevar el resto de mi cuerpo y me coloqué a horcajadas sobre la valla. La peor parte estaba hecha. Entonces comencé a bajar mi pie lentamente hasta alcanzar la primera cornisa. Mi zapatilla derecha se cayó antes de que llegara a posar el pie... y temí resbalarme con mi calcetín sobre el metal. Finalmente conseguí apoyar los dos pies.

―Chica valiente ―dijo mi vecina. Nunca me podría haber imaginado que estaba en tan buena forma como para hacer eso. Pero reconozco que le eché un par de... vale, diré de ovarios pero en realidad tengo en la cabeza los atributos masculinos. Temblando, le di las gracias a mi vecina y bajé totalmente. Tuve la grandísima suerte de que había dejado una ventana abierta en el jardín, si no sí que me habría quedado fuera de verdad. Corrí a la puerta de entrada, encontré a la gata, comprobé que el bizcocho estaba perfectamente y subiendo que daba gusto, y di un fuerte suspiro de alivio...

Ahora el aspecto de mi pierna izquierda parece indicar que mi gata y yo tuvimos la peor pelea de nuestras vidas... y no tengo ni idea de cómo me hice esos otros arañazos en algún que otro lugar innombrable de mi piel... y ahora sé por qué los guerreros no sienten las heridas cuando están en combate, y sé cómo pude hacer ciertas locuras en otros tiempos... ¡La h***!   

La verdad es que si pienso que esto es lo más loco que he hecho en mi vida, me dan ganas de llorar..."
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...