viernes, 2 de octubre de 2015

A vueltas con las redes sociales.

Sí, sé que algunos no vais a creer esto que os voy a contar, aunque espero que seáis pocos porque confío en que mis lectores son inteligentes. Me he dado cuenta de que las redes sociales son un timo. Y con “redes sociales” me refiero fundamentalmente a Facebook, claro, porque de momento es casi la única que me atrevo a utilizar. Estoy harta de oír en los últimos tiempos que si no estás en las redes sociales es como si no existieras. Es necesario, casi obligatorio, tener un perfil público (con tu nombre real, por supuesto), ya no solo en Facebook, sino también en Twitter, Google+, Pinterest, LiveJournal, Instagram y Linkedin... por lo menos. Si no, nadie te va a encontrar, nadie te va a contratar, nadie va a saber de ti. Y si quieres promocionar algo, ya sea tu currículum, los artículos de tu negocio o tus propias creaciones (literarias o no), no llegarás a ningún sitio si no tienes “presencia en redes sociales”.

Pues... ¿a que no lo adivinas? Eso es MENTIRA. Yo lo he comprobado recientemente. Podéis decir: “Claro, pero eso es porque uno tiene que saber cómo hacerlo. Hay que escribir muchos posts, publicarlos de manera regular, tener una estrategia de marketing, saber a qué público llegar, saber cómo posicionarte en los buscadores...” Sí, eso es lo que pensé yo. Ya llevaba mucho tiempo sospechando que las páginas de Facebook solo sirven para perder el tiempo, pero como soy buena quise darle una última oportunidad. Tal vez a mí no me funcionan las redes sociales porque no sé gestionarlas. Es cierto que mis habilidades sociales dejan bastante que desear, porque tiendo a decir siempre lo que pienso. Al fin y al cabo, tengo una licenciatura, un máster y varios cursos de especialización, hablo dos idiomas, casi tres, pero no, no soy una community manager de esas...


Vale. Me propuse ser constante y meter un poco de caña a mis 199 seguidores de la página. Me fui de vacaciones, sí, pero dejé programadas una serie de publicaciones de lo más interesantes. Por algo soy escritora profesional, tengo material e inventiva para aburrir. Cuando volví de vacaciones hice una comparativa de estadísticas. Las cosas no habían cambiado mucho. Ahora tenía 200 seguidores, lo que significa que el ritmo de crecimiento era el mismo que cuando no publicaba nada en la página. El número de miembros en el lugar que realmente me interesa promocionar era el mismo. Y cuando me fui a uno de mis blogs, al que hice constante referencia en esas publicaciones, comprobé empíricamente que ni Dios había llegado al blog desde la página de Facebook. La gente de Facebook es tan vaga que ni hace click en el enlace para ver si su cerebro podrá leer más de un párrafo seguido. Y por si esto fuera poco, el número de “likes” que obtuve en total fue infinitamente menor (más de cien veces, os lo puedo asegurar) que los “likes” que obtuve con aquella foto graciosa del gatito hablando del tema que nos ocupa.

Me parto de la risa de la publicidad en redes sociales. De verdad, el que crea que va a conseguir algo así es que está dormido, muy dormido. Y ya para rematar el otro día vi un documental en La 2 que me acabó de abrir los ojos.

No os engañéis. Facebook solo os quiere para tener vuestros datos y obtener dinero gracias a los anuncios. ¿Que os hacen campañas de publicidad por un módico precio? Un pimiento en vinagre. El precio es irrisorio para una gran empresa, pero no para el común de los mortales. ¿Uno o tres euros al día? ¡Eso no es nada! Es verdad, yo vendo mis libros, el trabajo de varios años de mi vida, a 1’49 euros en Amazon (vale, yo en concreto no, porque me niego, pero sé de muchos que sí lo hacen). Y según he oído por ahí, para que una campaña como esa te sea rentable necesitas tener unos 10.000 “likes”, porque solo el 1% de la gente (o menos) comprará tu libro. Creo que no me salen las cuentas. Y esto es solo por poner un ejemplo.

En serio, si quiero hacer una campaña de publicidad como es debido, me voy al Congreso de los Diputados y hago un femen con el título de mi libro grabado en mis pechos. Que me sale gratis y eso sí que me catapulta a la fama (y a la cárcel también, pero bueno, al final acabaría compensando porque entre ventas de libros y entrevistas en Sálvame... sobre todo esto último, al menos ya habría ganado algo). Y si no lo hago es porque una tiene ya una edad y mis pechos andan algo caídos, que si no, otro gallo cantaría.

Aún me parto de la risa (sí, otra vez) cuando algún individuo que conocí hace tiempo se jactaba ante mí de que tenía 15.000 seguidores (o por ahí, la memoria me falla) en su página. Casi me daba vergüenza tener que explicarle que eso no significa que le sigan 15.000 personas, ni mucho menos que lean algo de lo que escribe. Lo único que significa es que 14.995 son demasiado vagos hasta para borrarse de una página que hace tiempo olvidaron. Pero hay algunos que son felices haciéndose ese tipo de ilusiones... Se había creído de verdad eso de que si no estás en Facebook, no eres nadie.

Bueno, yo, por simple inercia, actualizaré mi página en cuanto acabe de escribir esta entrada. Ahora que ya tengo una conexión ADSL puedo hacerlo. Y además así siento que hago algo productivo entre vídeo y vídeo de monísimos gatos durmiendo con bebés. Que para eso sí que están bien las redes sociales, porque eso es lo que quieren que hagamos: perder el tiempo y neuronas en lugar de salir a la calle a protestar y a cambiar el mundo como se ha hecho toda la vida: cortando cabezas.


PD: Me acabo de enterar de que Facebook va a crear el botón de “No me gusta”. ¡¡¡¡Por fiiiiinnn!!!! Hasta la saciedad lo voy a utilizar.

Más información:

La Noche Temática: Disparates de Facebook.

ACTUALIZACIÓN (15-10-2015).

Me congratula comprobar que no soy la única que se da cuenta de estas cosillas...

3 comentarios:

  1. Reconozco que el libro de jetas de ese lacayo de la N.S.A., llamado Zuckerberg es de las pocas cosas que en mi vida adulta he rechazado a priori. Debería de haber hecho como tú y darle una oportunidad, probar su invalidez y zafiedad de una manera empírica, pero nunca he podido; todo ese circo de cotilleos, exhibicionismos, y colaboradores de sus propios espías, siempre me ha parecido demasiado patético. Qué digo patético: OFENSIVO.
    El libro de jetas es el sustituto natural del banco del pueblo, donde las viejas y los viejos y no tan viejos se dedicaban a hablar (mal) del vecino, pero a lo grande, como les gusta a los yanquis y a los globalizados. Facebook no sólo es una tomadura de pelo y una absoluta pérdida de tiempo, es algo mucho peor: es colaboracionismo con el ENEMIGO, es mimar a nuestro violador, es jugar una partida de strip poker a la descubierta yendo de farol. It's a big bullshit. Get the fuck out, Mr. Zuckerberg and company!

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    1. Jajajaja!! Veo que yo soy menos políticamente incorrecta que tú, eso no puede ser, tengo que reformarme y aumentar el nivel de "corrosividad" de mis publicaciones.

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  2. Me apunto a un dueto de "corrosividad in crescendo". ¿A qué o quién toca darle caña ahora? 😂

    Un abrazo, compi.

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